Tras los incidentes de los seguidores de Bolsonaro, las autoridades policiales de Brasil han terminado este lunes de levantar definitivamente el último reducto del campamento levantado hace poco más de dos meses por los seguidores del expresidente a la puertas del cuartel general del Ejército en Brasilia, con la última detención de 1.200 insurrectos. 

Agentes de la Policía Militar y de la Fuerza Nacional de Seguridad fueron fundamentales para contender a los seguidores que persistían en permanecer en el campamento donde se gestó el intento de golpe de Estado, con el asalto al palacio de Planalto, el Congreso y la sede del Tribunal Superior Federal.

Lula emitió un comunicado «Estamos unidos para que las medidas institucionales sean tomadas en los términos de la ley brasileña».